José María Galán

Rastreador de la naturaleza

Guía del Parque Nacional de Doñana


Un ser profundamente libre

  • Un conocimiento exhaustivo de la naturaleza.
  • Una voluntad férrea para emprender cualquier tarea.
  • Un temperamento no apto para pusilánimes.
  • Una forma absolutamente heterodoxa de enfrentarse a los problemas y encontrar una solución en la que nadie había reparado (por ignorancia o por cautela).

Una suerte en mi vida


«Te empapaba de su pasión, te contagiaba con un “virus” del que nunca querrías curarte»

José M. Galán y José A. Valverde delante del monumento al lince a la entrada de la reserva de la Estación Biológica de Doñana.

José Antonio Valverde fue una suerte en mi vida, aunque me llevó años entender hasta qué punto su influencia lo impregnó todo. Su impacto, a veces directo y otras veces sutil, se entrelazó con cada paso importante de mi trayectoria profesional y personal, como si él ya supiera hacia dónde me dirigía, antes incluso de que yo mismo lo imaginara. Su frase, “Galán, hay cosas que como no las haga uno, no las hace nadie,” no solo definía su carácter, sino que se convirtió en una referencia vital para mi manera de vivir y trabajar.

En 1992, mientras montaba el esqueleto de un Mesoplodon, Valverde apareció y, casi sin darme cuenta, me empujó hacia mi “fase cetáceos”. Poco después, nos embarcamos rumbo a Marruecos para buscar serpientes venenosas. En aquella aventura, en la que incluso “bromeó” diciendo que podría ser su último viaje, comenzó mi “fase africanista y herpetológica”.

En apenas cinco años habíamos reunido restos y esqueletos de 20 especies de cetáceos y hasta una foca monje, construyendo una pasión por la investigación que parecía no tener límites. Cuando me sugirió que sería importante hacer modelos en resina de cetáceos, o lo que él llamó dermoplastias, sembró la semilla de lo que sería, en 1997, mi empresa de esculturas y dioramas.

Lo del rastreo, pensaba, era solo cosa mía. Pero cuando recuerdo nuestras interminables conversaciones sobre moral biomásica y evolución humana, entiendo que su huella está también ahí, silenciosa pero persistente, guiándome incluso hoy hacia un conocimiento que me tiene atrapado en la tierra de los neandertales.

Valverde era así. No enseñaba como los demás, ni influía de manera evidente. Él te empapaba de su pasión, te contagiaba con un “euvirus” del que nunca querrías curarte. Su frase sobre la necesidad de asumir la responsabilidad individual no era solo un consejo, sino una declaración de cómo entendía la vida: no esperar, no delegar, actuar.

Su legado no es solo el conocimiento que compartió, sino la forma en que transformó las vidas de quienes tuvimos la suerte de cruzarnos con él.

Texto y fotos: José María Galán
Rastreador profesional.

 

+ Sobre Valverde:

Articulo  sobre José A. Valverde Artículo 2 de BV sobre -Valverde