Alejandro Torés

Fotógrafo de la naturaleza

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«Al cuerpo no hay que hacerle caso.» decía Valverde cuando los achaques parecían un obstáculo para acometer alguna de sus siempre extraordinarias ideas y empresas.


Cómo sacar partido a las dolencias

 

  • La tuberculosis que le facilitó descubrir la Ecología Terrestre
  • El infarto del corazón que le facilitó estudiar el mar, las espátulas y la distribución medieval del oso en España
  • El cáncer tuvo que esperar a que acabara sus memorias
  • No se qué le facilitaría la úlcera de estómago de la que le operaron, la cojera y otras dolencias que padeció, pero seguro que de todas sacó provecho.

Valverde promovió la fotografía de la naturaleza


Valverde vio rápido que  la fotografía de la naturaleza para sustentaría la proteccion de Doñana

Era muy de mañana un día de finales de octubre o primeros

de noviembre de 1966. Había conseguido unos permisos

para visitar el espacio protegido de las marismas de El Rocío, en

en el chalet de la calle Paraguay de Sevilla, las primeras

oficinas de la flamante Estación Biológica de Doñana,

.

Madrugamos en Sevilla, ciudad en la que habíamos fijado

nuestra residencia y emprendimos el camino en el Renault

4L de tres velocidades y marcha atrás. Estábamos seguros

de que íbamos a vivir un día muy especial con

avistamientos de un sinnúmero de fauna a lo largo del

camino y mucho más entrando ya en el espacio protegido.

Lo cierto es que tan solo vimos un zorro que cruzó raudo la

carretera a Matalascañas. Después de desenterrar un bote

con la llave que abría el candado de la cancela oculto en la

arena de la duna junto a un poste al comienzo del camino

al palacio, esquivamos los innumerables baches y llegamos

a la puerta del palacio con la cara de decepción con que

llegan todos los primerizos visitantes a aquello que

imaginamos debía ser como un parque zoológico.

Al poco tiempo salió Lorenzo García y me preguntó qué de

dónde éramos. “—El Jefe también es de Valladolid” afirmó

y después salió Tono. Así nos conocimos dos vallisoletanos

que, pasando el tiempo, descubrimos que teníamos un

parentesco común nacido muchos años antes a cientos de

kilómetros en un pueblecito de Cantabria, Sel de la Carrera.

A partir de esta fecha y durante seis años nos vimos

durante muchos fines de semana en Doñana, alguna vez en

Sevilla y alguna que otra vez en Valladolid. Regularmente y

cada verano, también podíamos haber coincidido en La

Cabrera de León, aunque nuestros intereses por aquel

paraje eran muy distintos, Él en Morla tras los lobos y yo en

Truchas tras las pintonas. La veda comenzaba en julio y

Tono llegaba a Morla en agosto. Debo reconocer que no

entendía tanto interés por los lobos, habiendo linces e

imperiales. Pasando no muchos años caí en la misma

pasión por el Canis lupus.

Fueron aquellos primeros seis años en los que además de

a Tono también conocí a Fernando Hiraldo, a otro

vallisoletano ligado a Doñana: Fernando Álvarez; a Luis

Ybarra; a Nachi; a Guillermina; a Juan Antonio Fernández y

coincidí en el chalet de Paraguay 1, un par de veces con

Javier Castroviejo.

Recuerdo especialmente la tarde en que fotografié la

llegada al nido de “la imperial” con película blanco y negro

y mi Nikon-F motorizada, serie que Tono celebró mucho.

Otro día coincidimos, él en una torre, construidas con

madera de eucalipto y puestas para observar y fotografiar

las espátulas y yo en otra para la imperial y de las que

salimos ilesos después de soportar una aparatosa tormenta

de rayos y truenos.

Dejé Sevilla y volví a afincarme en Valladolid. Se produjo un

distanciamiento con Tono coincidiendo con el estallido

mediático de Doñana y del propio Tono. No volví a Doñana,

pero sí a Sevilla, primero con frecuencia y después

trasladando nuevamente mi residencia a Alcalá de

Guadaira. Nos vimos un par de veces, casualmente por la

calle o en un supermercado, pero Tono había dejado de ser

Tono para convertirse en el Dr. Valverde.

Pasaron muchos años, supe primero de su gravísimo

problema de corazón y después del cáncer.

De nuevo yo había trasladado mi residencia a Valladolid,

aunque seguía viajando a Sevilla muy frecuentemente. Una

tarde sonó mi teléfono de Valladolid y me llevé la gran

sorpresa y alegría de escuchar nuevamente la voz del Tono

de siempre, el que yo había conocido en aquellos primeros

seis años.

Él conocía mi interés por el arte medieval, por el visigodo,

el mozárabe y el románico. Me preguntó si tenía buenos

libros de estos temas y yo claro que los tenía. Me los pidió

prestados y en mi siguiente viaje a Sevilla se los llevé.

Pocos meses antes de su muerte me los devolvió con

anotaciones en los márgenes, pero unas anotaciones muy

especiales en forma de figuras dibujadas que le sirvieron

para documentar su libro «Reyes, osos, lobos, espátulas”.

Conocí su muerte en Valladolid y mi comentario interno fue,

ha desaparecido la única persona lista e inteligente que yo

he conocido. Murió un biólogo heterodoxo, como se

autodefinió en sus memorias. ¿Cuándo volverá a nacer otro

parecido, con la imperiosa necesidad que hay de que salga

uno que termine con lo ortodoxo y lo políticamente

correcto?

En mayo de 2004, promovido por Benigno Varillas,

presentamos en el Palacio Pimentel de la Diputación de

Valladolid las “Memorias de un Biólogo Heterodoxo”.

En septiembre de 2006 promoví en Olmedo una serie de

conferencias junto con mis mejores fotografías de Doñana,

con la participación de Fernando Hiraldo y de Fernando

Álvarez que tuvieron como respuesta del consistorio de

Valladolid y del Alcalde Javier León de la Riva, el

nombramiento de una plaza y un centro cívico en memoria

de Jose Antonio Valverde.

Hemos salvado la imperial, hemos rescatado al lince, pero

la estepa castellana es un erial faunístico. Han

desaparecido la gran mayoría de especies esteparias:

sisones, gangas, ortegas, alcaravanes y en los bosques los

fringílidos. Se producen hechos que deberían sonrojar a

muchos.

Este año se ha formado en el páramo de Wamba/ Peñaflor

una gran charca de manera inopinada y que ha albergado

más fauna que todos los humedales protegidos de Castilla

y León. Qué decir de la Laguna de la Nava, cuando

decidieron su ubicación y se lo dije a Tono me comentó que

no era el sitio más adecuado. Hoy es un herbazal sin vida.

La ribera del rio Pisuerga en Valladolid, que tantas veces

recorrió Tono, hoy está sin vida alada porque lo han

invadido “granjas de gatos”. Un pequeño jardín, al lado de

la avenida de Salamanca, tenía al menos tres parejas de

curruca capirotada, alguien tuvo la mala idea de soltar

gatos y alimentarlos y las tres parejas desaparecieron.

Gatos por naturaleza. Alguien los ha abandonado y

colaborado para que haya mucha gente pensando así.

Otro gravísimo problema son las urracas, han colonizado

todos los jardines urbanos de Valladolid, con la gran

capacidad que tienen de encontrar nidos, devorar huevos y

cazar polluelos. Una pareja de oropéndolas tuvo la mala

idea de hacer nido en un gran plátano de un parque

urbano. El macho se veía incapaz de defender su nido ante

la oleada de urracas y finalmente desistieron y

abandonaron. Si hemos sido los causantes de la

proliferación de urracas tendremos que ser también los que

las controlemos.

Tendrá que salvarlo algún biólogo heterodoxo junto con

políticos incorrectos, como un biólogo heterodoxo salvó

Doñana cuando solo se pensaba en políticas desarrollistas:

antes guayule que linces e imperiales.…y Valverde

consiguio que no fuera asi.

Alejandro Torés Ruiz, fotógrafo de Doñana

(Valverde dixit, tomo IV, Memorias de un Biólogo

Heterodoxo).

En Valladolid, 58 años después.

 

Más información en las memorias de Valverde.

Pulsa aquí para leer dos reseñas de prensa sobre JAV:

Articulo 1 de BV sobre JA Valverde Artículo 2 de BV sobre J.A. Valverde